Cuando llegue tu día, puedes convertirte en semilla
Alba Muñoz / Playgroundmag
Morir es volver a la tierra, alimentarla, darle las gracias por todo lo vivido. Sin embargo, la mayor parte de los fallecimientos del mundo implican un nuevo desgarro a la naturaleza.
La mayor parte de los cementerios son moles de hormigón o bosques de lápidas y cruces. Cada fallecimiento humano implica, demasiadas veces, la tala de árboles que tardan entre 10 y 40 años en crecer. Son transformados en ataúdes.
Los diseñadores italianos Anna Citelli y Raoul Bretzel han tenido una idea hermosa y sobre todo llena de sentido: han creado una cápsula biodegradable donde la persona fallecida se acurruca como al principio, como en el útero. El proyecto se llama Capsula Mundi.
La cápsula es la semilla: es enterrada y encima se planta el esqueje, de modo que el cadáver se transforma en alimento para un nuevo árbol. Imagina ahora que los cementerios fueran bosques, y que pudieras cobijarte a la sombra de un ser querido.
“Independientemente de la religión y la cultura a la que pertenecemos, la muerte es un fenómeno biológico, es lo mismo para todos”, explican en su web, donde también se refieren al tabú que la muerte supone en el mundo del diseño: “Ningún diseñador piensa nunca en un ataúd, y eso demuestra lo distantes que estamos de la madre naturaleza”.
Por ahora, Capsula Mundi es sólo una idea, un concepto, ya que el gobierno italiano prohíbe este tipo de entierros. Probablemente también lo harían la mayor parte de países de Europa y Occidente ya que, en general, los cementerios son recintos cerrados y ofrecen espacios temporales a no ser que se tengan muchos recursos económicos para costear un panteón familiar.
La muerte es un negocio muy poco ecológico y claramente elitista: tiene sentido que los poderes no quieran hablar de ella, ni permitir nuevas formas asequibles para vivir este paso misterioso e inevitable. Capsula Mundi se ha transformado en una asociación para hacer presión al Parlamento italiano, y espera seguir recabando apoyos a nivel internacional. Los árboles, que son tierra y cielo, siempre fueron la respuesta.
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