CRISTINA GARRIDO / abc.es
El arquitecto y geobiólogo Pere León explica en su último libro cómo afectan a la salud las ondas naturales y artificiales presentes en nuestro hogar
Samsung Galaxy S4 Precio: desde $: 722 Al cambio en Bs. (Cupo Cadivi) Bs. 4548.6 Envió estimado. Bs. 360 Total: Bs. 4908.6 - ENCUENTRALO AQUI
¿Sufres insomnio? ¿te duele la cabeza sin causa aparente?, ¿tienes la sensación de estar siempre cansado o apático? Si has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas puede que estés sufriendo una geopatía. Sí, has leído bien, aunque quizás es la primera vez que te encuentras con esta palabra. «Una geopatía es un problema de salud ocasionado por la exposición continuada a ondas naturales y/o artificiales», explica a ABC Pere León, arquitecto y geobiólogo, especializado en análisis ambiental y bioconstrucción. En su libro, «La buena onda», este arquitecto catalán advierte sobre cómo afectan a nuestra salud los diferentes tipos de ondas a los que estamos sometidos, ya sean naturales (corrientes de agua, fallas, ondas magnéticas) o artificiales (torres de alta tensión, routers-wifi, móviles, inalámbricos, antenas de telefonía, etc). Aunque a menudo pensamos que estas últimas son las más perjudiciales, (todos hemos escuchado alguna vez recomendaciones del tipo: apaga el wifi antes de irte a la cama, no te pongas frente al microondas cuando esté en funcionamiento, sepárate el móvil de la oreja, etc...) León revela en su libro que las radiaciones naturales son «las que más afectan a la salud de las personas». «Dormir encima de una corriente de agua es mucho peor que tener cerca una torre de alta tensión», asegura. La consecuencia más habitual, señala, son los problemas para conciliar el sueño, lo que puede acabar afectando a nuestro sistema inmunológico y hacernos más susceptibles a enfermar. A este problema no está solo expuesto aquel que vive en un chalet o una casa baja porque, según apunta este experto, las radiaciones ionizantes que emite el agua en movimiento al hacer fricción con el subsuelo «pueden alcanzar los 2000 metros de altura, o lo que es lo mismo, llegar hasta la planta 18 de un edificio». Confiesa que, antes de adentrarse en este campo, al que llegó empujado por una experiencia personal, era un gran escéptico. Se construyó la casa de sus sueños y casi se convierte en su peor pesadilla. Su esposa y sus hijos no habían conseguido dormir una noche entera desde que se habían mudado al nuevo hogar. Fue un geobiólogo, recomendado por su suegra, el que dió con el origen del problema. Estaban durmiendo sobre una corriente de agua. ¿La solución? Cambiar la cama de sitio. Aunque, en un primer momento, esta explicación y la recomendación del zahorí no entraron en su cuadriculada mente de arquitecto, no pudo más que probar y comprobar en sus carnes cómo, tras los cambios, su familia volvía a dormir a pierna suelta. Desde entonces, la geobiología forma parte de su vida personal y profesional. Durante los años que lleva ejerciendo como asesor ambiental ha encontrado todo tipo de casos y de casas, y en algunos ha tenido que recomendar a los propietarios que buscaran otro hogar. «Ayer tuve que decirle a alguien que se marchara de su casa porque tenía 14 corrientes», rememora. Inalámbricos y microondas En su libro también se ocupa de las radiaciones artificiales y cómo pueden afectar a nuestra salud. Por ello, recomienda retirar del cuarto de dormir los radiodespertadores, los teléfonos inalámbricos o móviles, las televisiones y las tabletas y desconectar los aparatos y las lamparitas porque «aunque estén apagados, si están enchufados siguen desprendiendo radiación». Las más peligrosas, apunta, son las que desprenden los teléfonos inalámbricos y los microondas porque «emiten en alta frecuencia». «Tendríamos que huir del microondas porque no sirve para nada, aunque entiendo que para algunos es muy cómodo», señala. Para comprobar la nocividad de la radiación que desprende este electrodoméstico me invita a hacer el siguiente experimento: «coge dos plantitas iguales y riégalas, una con agua del grifo y otra con agua a temperatura ambiente pero que haya sido previamente calentada en el microondas. Verás lo que pasa». A pesar de estas recomendaciones, que a algunos les puede sonar como de cavernícola, Pere León asegura que no pretende «volver a la edad de piedra», pero sí concienciar de que hay que hacer un buen uso de estos aparatos para minimizar su impacto en nuestra salud. Y, por último, una recomendación en la oficina: «Si en tu lugar de trabajo tienes moqueta, evita las suelas de goma y opta por las de cuero para evitar cargarte de corriente estática. Cuando el grado de humedad de la oficina está por debajo del 60% es conveniente utilizar humidificadores porque la humedad también disminuye la carga estática. Si reduces el campo estático no sufrirás tantos dolores de cabeza o rinitis en el trabajo».
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¿Sufres insomnio? ¿te duele la cabeza sin causa aparente?, ¿tienes la sensación de estar siempre cansado o apático? Si has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas puede que estés sufriendo una geopatía. Sí, has leído bien, aunque quizás es la primera vez que te encuentras con esta palabra. «Una geopatía es un problema de salud ocasionado por la exposición continuada a ondas naturales y/o artificiales», explica a ABC Pere León, arquitecto y geobiólogo, especializado en análisis ambiental y bioconstrucción. En su libro, «La buena onda», este arquitecto catalán advierte sobre cómo afectan a nuestra salud los diferentes tipos de ondas a los que estamos sometidos, ya sean naturales (corrientes de agua, fallas, ondas magnéticas) o artificiales (torres de alta tensión, routers-wifi, móviles, inalámbricos, antenas de telefonía, etc). Aunque a menudo pensamos que estas últimas son las más perjudiciales, (todos hemos escuchado alguna vez recomendaciones del tipo: apaga el wifi antes de irte a la cama, no te pongas frente al microondas cuando esté en funcionamiento, sepárate el móvil de la oreja, etc...) León revela en su libro que las radiaciones naturales son «las que más afectan a la salud de las personas». «Dormir encima de una corriente de agua es mucho peor que tener cerca una torre de alta tensión», asegura. La consecuencia más habitual, señala, son los problemas para conciliar el sueño, lo que puede acabar afectando a nuestro sistema inmunológico y hacernos más susceptibles a enfermar. A este problema no está solo expuesto aquel que vive en un chalet o una casa baja porque, según apunta este experto, las radiaciones ionizantes que emite el agua en movimiento al hacer fricción con el subsuelo «pueden alcanzar los 2000 metros de altura, o lo que es lo mismo, llegar hasta la planta 18 de un edificio». Confiesa que, antes de adentrarse en este campo, al que llegó empujado por una experiencia personal, era un gran escéptico. Se construyó la casa de sus sueños y casi se convierte en su peor pesadilla. Su esposa y sus hijos no habían conseguido dormir una noche entera desde que se habían mudado al nuevo hogar. Fue un geobiólogo, recomendado por su suegra, el que dió con el origen del problema. Estaban durmiendo sobre una corriente de agua. ¿La solución? Cambiar la cama de sitio. Aunque, en un primer momento, esta explicación y la recomendación del zahorí no entraron en su cuadriculada mente de arquitecto, no pudo más que probar y comprobar en sus carnes cómo, tras los cambios, su familia volvía a dormir a pierna suelta. Desde entonces, la geobiología forma parte de su vida personal y profesional. Durante los años que lleva ejerciendo como asesor ambiental ha encontrado todo tipo de casos y de casas, y en algunos ha tenido que recomendar a los propietarios que buscaran otro hogar. «Ayer tuve que decirle a alguien que se marchara de su casa porque tenía 14 corrientes», rememora. Inalámbricos y microondas En su libro también se ocupa de las radiaciones artificiales y cómo pueden afectar a nuestra salud. Por ello, recomienda retirar del cuarto de dormir los radiodespertadores, los teléfonos inalámbricos o móviles, las televisiones y las tabletas y desconectar los aparatos y las lamparitas porque «aunque estén apagados, si están enchufados siguen desprendiendo radiación». Las más peligrosas, apunta, son las que desprenden los teléfonos inalámbricos y los microondas porque «emiten en alta frecuencia». «Tendríamos que huir del microondas porque no sirve para nada, aunque entiendo que para algunos es muy cómodo», señala. Para comprobar la nocividad de la radiación que desprende este electrodoméstico me invita a hacer el siguiente experimento: «coge dos plantitas iguales y riégalas, una con agua del grifo y otra con agua a temperatura ambiente pero que haya sido previamente calentada en el microondas. Verás lo que pasa». A pesar de estas recomendaciones, que a algunos les puede sonar como de cavernícola, Pere León asegura que no pretende «volver a la edad de piedra», pero sí concienciar de que hay que hacer un buen uso de estos aparatos para minimizar su impacto en nuestra salud. Y, por último, una recomendación en la oficina: «Si en tu lugar de trabajo tienes moqueta, evita las suelas de goma y opta por las de cuero para evitar cargarte de corriente estática. Cuando el grado de humedad de la oficina está por debajo del 60% es conveniente utilizar humidificadores porque la humedad también disminuye la carga estática. Si reduces el campo estático no sufrirás tantos dolores de cabeza o rinitis en el trabajo».