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lunes, 7 de agosto de 2017

Dime con quién andas y te diré qué bacterias tienes


Las parejas que viven juntas comparten muchas cosas: la cama, el baño, la comida, los artículos de higiene personal. ¿Hay algo que quizá no sepan que comparten? Sí, las bacterias de su piel.

ANERI PATTANI / TNYT.es

En un estudio publicado recientemente en mSystems, una revista de libre acceso de la Sociedad Estadounidense de Microbiología, los investigadores estudiaron el microbioma cutáneo de los integrantes de diez parejas heterosexuales con vida sexual activa y que viven juntos.

Un microbioma es un miniecosistema de bacterias, hongos, virus y otros microorganismos que viven sobre el cuerpo y dentro de él. Cada centímetro cuadrado de piel aloja entre un millón y mil millones de microorganismos, según la investigación.

Después de analizar 330 muestras de piel obtenidas de 17 partes del cuerpo de cada participante, los investigadores descubrieron que cada persona tenía una influencia significativa en las comunidades microbianas de la piel de su pareja.

De hecho, los algoritmos computacionales basados en los datos de los microbios fueron capaces de determinar con una exactitud de hasta el 86 por ciento quiénes eran pareja.

“El aspecto más sorprendente del estudio es que pudimos identificar un esquema microbiano común en las parejas que viven juntas”, escribió en un correo electrónico Josh Neufeld, coautor del estudio y biólogo de la Universidad de Waterloo.

¿Cuál es la parte del cuerpo que tiene mayor probabilidad de alojar a una comunidad microbiana compartida por una pareja? Los pies.

El estudio no analizó la causalidad, pero los investigadores dicen que es probable que los microbios se recojan de la piel y las bacterias en casa. Los humanos desprendemos más de un millón de partículas biológicas cada hora, y es particularmente sencillo recoger nuevos microbios con los pies: de la regadera compartida con la pareja, por ejemplo, o por caminar descalzo por la casa.

La mayoría de las bacterias en la piel son inocuas o benéficas, pues previenen que microbios patógenos se alojen en el área. Sin embargo, se sabe poco sobre este ecosistema.

“Cuanto más sepamos sobre los factores que influyen en el microbioma humano, incluyendo los microbios que cubren nuestra piel, más entenderemos de las barreras que protegen nuestro cuerpo contra las enfermedades, entrenan a nuestro sistema inmunitario y nos conectan con el ambiente que habitamos”, escribió Neufeld.

Otros factores, como el género, influyen en el microbioma de una persona aún más que la proximidad con una pareja, según los investigadores. Una muestra obtenida de una parte del cuerpo de una persona coincidirá con la muestra de otra parte de su propio cuerpo de forma más cercana que con la de su pareja.

Sin embargo, la pareja desempeña un papel importante en el moldeado de tu perfil microbiano, dijo Ashley Ross, coautora del nuevo estudio y estudiante de la maestría en Biología de la Universidad de Waterloo. “No es la principal influencia, pero sí es una pieza más del rompecabezas”.

Además de los pies, las parejas sexuales comparten comunidades microbianas similares en el torso, el ombligo y los párpados, según mostró la investigación. Una parte de ese intercambio puede ser resultado de dormir en la misma cama y compartir las sábanas, dijo Ross.

Ella y sus colegas también hallaron que las comunidades microbianas de las ingles de una persona son específicas al género. Los algoritmos computacionales fueron capaces de diferenciar entre hombres y mujeres con una precisión del 100 por ciento al analizar las muestras.

Quizá tiene que ver con el hecho de que las bacterias en las ingles de las mujeres reciben la influencia del microbioma vaginal, dijo Ross.

Los investigadores señalaron que debido al reducido tamaño de la muestra, constituida por 20 participantes, es difícil generalizar los resultados a todas las poblaciones. Sería útil estudiar a parejas del mismo sexo en el futuro, así como a parejas de diversas razas y características étnicas.

Neufeld dijo que algún día esos hallazgos podrían tener aplicaciones prácticas en el diseño de espacios públicos y compartidos, para reducir el contagio de patógenos entre los individuos.


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